Nikola Tesla fue un inventor e ingeniero. Ha tenido un éxito particular en el campo de la electricidad. Sus inventos, especialmente la bobina de Tesla, continúan haciendo cosas increíbles, incluso casi 70 años después de su muerte. Pero los inventos que hizo durante su vida no son los únicos legados de Tesla.
Hay al menos un invento en el que ha trabajado, pero que nunca terminó. Es «el rayo de la muerte de Tesla«.
Era uno de los científicos más brillantes del mundo, pero al mismo tiempo, hizo todo lo posible para mantenerlo en las sombras. Nikola Tesla, personalidad emblemática del mundo científico, nunca ha aparecido en libros de historia como sus ilustres colegas. Sin embargo, le hubiera gustado donar energía gratis al mundo, transfiriéndola al éter, sin la necesidad de cables incómodos. Pero ciertamente no es la única idea que nace de la mente del científico. Según lo dicho, murió en soledad y pobreza en una habitación de hotel en Nueva York e inmediatamente después de que los servicios secretos estadounidenses confiscaron todas sus notas.
Un total de 73 años después, gracias a la Ley de Libertad de Información, el FBI publicó documentos sobre un arma muy poderosa que Tesla dijo que inventó: El rayo de la muerte. Los documentos solicitados en ese momento por los servicios secretos también contendrían experimentos sobre el rayo globular que estaba llevando a cabo el científico.
Los documentos del rayo de la muerte.
Entre los archivos desclasificados por el FBI, es de particular importancia una carta que el científico escribió al primer director del FBI J. Edgar Hoover, que destaca la importancia del rayo de la muerte para controlar cualquier amenaza de dictadores locos.
Tesla se refiere en una de sus cartas a la necesidad de mantener estos documentos bajo control para evitar que caigan en manos de «enemigos extraterrestres» (probablemente refiriéndose a alguna agencia gubernamental). El FBI ha mostrado un gran interés en esta arma destructiva, hasta el punto de resaltar la preocupación hacia un nieto del científico, Sava Kosanovic, que estaba tratando de tomar posesión de ella a toda costa.
Nikola Tesla habría afirmado repetidamente pasar días sin dormir y estar inspirado por entidades que le hicieron «ver» estos increíbles inventos. Él mismo dijo que no se sentía cansado, ya que era el propósito para el que había venido al mundo y que no podía perder el tiempo para descansar. Si no dependía de sus colegas, ¿Por qué los servicios secretos trabajaban tan duro para hacer que todo el material desapareciera? ¿En quién estaba trabajando?
Un rayo capaz de destruir 10.000 aviones a 400 km.
Se dice que la infancia de Nikola Tesla en Serbia le dejó sólo dos opciones para trabajar cuando llegó a la edad adulta. Podía unirse al ejército o convertirse en sacerdote. No lo hizo, pero tenía una inclinación por la segunda opción, ya que se decía que tenía aversión a la guerra. Más tarde, después de liberarse de sus elecciones de carrera predeterminadas, diseñó armas (entre otras cosas) tratando de venderlas al ejército como armas defensivas. Parece que Nikola Tesla pensó que podría terminar la guerra con armas más poderosas.
Un artículo publicado en 1934 por el New York Times sobre el rayo de la muerte de Nikola Tesla indicó que el arma debe enviar un haz de partículas al aire. Sería tan poderoso que podría arrojar hasta 10.000 aviones a unos 400 km de distancia. Tesla imaginó un mundo donde cada país estaba protegido por su rayo de la muerte, haciendo imposible la guerra. Por supuesto, los hombres iban a encontrar otras formas de pelear o simplemente aniquilarse con los rayos de la muerte de Tesla. ¡Pero la idea nació!
¿Existe realmente el rayo de la muerte de Nikola Tesla?
Nadie sabe si Tesla logró crear un rayo de la muerte durante su vida. En cualquier caso, tal arma nunca se ha encontrado oficialmente. Sin embargo, algunos creen que el evento de Tunguska en Rusia, que ocurrió el 30 de junio de 1908, fue en realidad obra del rayo de la muerte de Nikola Tesla pero hasta la fecha no hay evidencia clara que vincule a Tesla con el evento.